martes, 28 de junio de 2011

Mario Benedetti


Los encuentros entre escritores son a veces inesperados. La lectura del cuento de Mario Benedetti, “Puentes como liebres”, me ha retrotraído a mi primera novela, Bajo el arco en ruina, en donde contaba los encuentros de Nemuel y Selina a lo largo de los años en diferentes ciudades y pueblos de nuestro país. La misma historia nos regala Mario Benedetti en “Puentes como liebres”, y, por si fuera poco esta coincidencia, me encuentro con que los protagonistas del relato se llaman Leonel y Celina. Yendo más lejos todavía, en ambas historias juega un papel importante el azar. Separa las dos narraciones –entre otras cosas- ese encuentro final de Leonel y Celina, que no se da en mi novela, y que permite celebrar esperanzado la existencia de un único amor.
“Puentes como liebres” forma parte de una colección de relatos de Mario Benedetti, editada por Ediciones Irreverentes con el título Del amor y del exilio en 2002, título que hace referencia a los dos temas vertebradores de los cuentos. En “El hotelito de la rue Blomet” dos antiguos amantes se encuentran de nuevo en un hotel después de muchos años, pero la imposibilidad del amor, de recuperar el pasado se hace patente. En “Puentes como liebres”, sin embargo, el amor se consuma en la vejez cuando el paso del tiempo ha hecho mella en los cuerpos de los dos amantes, cuando se dan perfecta cuenta de que en cierta medida han desperdiciado su vida. Es encantador, por lo demás, cómo Benedetti cuenta su amor juvenil hacia la actriz Margaret Sullavan en “Los viudos de Margaret Sullavan”, un cuento que da la sensación de ser autobiográfico. “Es inevitable que en la adolescencia uno se enamore de una actriz”, escribe Benedetti, “y ese enamoramiento suele ser definitorio y también formativo”, de ahí la importancia que tiene el amor de celuloide, el amor de ficción. Con la muerte de Margaret Sullavan se pone fin al último rescoldo de la adolescencia. A veces el amor se presenta como gratitud, tal como se manifiesta en “Los pocillos”. En otras ocasiones se mezcla con historias de emigrantes, tal como ocurre en “Cinco años de vida”, en donde dos montevideanos fracasados, un escritor y una pintora, se cuentan sus cuitas una vez se han quedado encerrados en el metro de París durante la noche. Benedetti da rienda suelta a su imaginación pues lo que ocurre en el metro es lo que el escritor ha deseado previamente que suceda.


No cabe duda que el gran tema que obsesiona a Benedetti y que está en la base de casi todos los cuentos es el exilio. “Geografías” es una historia sobre la memoria fragmentada del lejano país, sobre la pobreza del emigrado, sobre la nostalgia y la soledad. Benedetti aprovecha para hablar de la situación en Montevideo, “del plebiscito, de la crisis, del desempleo, de los periódicos clausurados porque osan escribir que no hay libertad de prensa, de la creciente actividad teatral, de los cantantes populares, de cómo se cultiva el arte de la entrelínea, de cómo los públicos pescan todo en el aire”. El paisaje de la capital ha cambiado. “…En todas partes hay andamios, en todas partes hay escombros”. Esas ruinas son una metáfora del dolor que produce el presente y que impide a los amantes regresar al pasado. En “No era rocío”, el exilio se presenta también como un descubrimiento de ausencias, de vida y problemas nuevos. Sólo queda la nostalgia de la patria, no la de la bandera, el escudo y el himno sino la de los pequeños detalles que retozan en la memoria.